Un trabajador muerto por aplastamiento, casos ocultos de Coronavirus y evasiones fiscales son parte de la tierra bajo la alfombra que oculta Bunge gracias a Guillermo García, el encargado de esconder las malas noticias.
En el pasado mes de junio, un transportista del sector agroexportador murió aplastado cuando se iniciaba la descarga del camión en la playa del Complejo Bunge de Puerto General San Martín, en las afueras de Rosario. Según el relato de un testigo, los conductores de ambos vehículos estaban desatando las lonas en las celdas 7 y 8 del complejo. En ese momento uno de los camiones comenzó a retroceder sin motivo aparente, lo que provocó el aplastamiento y la posterior muerte del trabajador, llamado Alejandro Campero. La trágica muerte tuvo nula repercusión en los grandes medios de comunicación, lo que permite sospechar la existencia de un bloqueo mediático.
Para peor, los operarios de este complejo cerealero denunciaron que no están siendo cumplidos los protocolos necesarios para frenar el avance del Coronavirus. Oficialmente, la empresa reconoció sólo cinco contagios, pero el personal afirmó que hubo bastantes más. En la misma sintonía, hubo cinco contagios en dos plantas de la empresa: dos trabajadores pertenecientes a San Nicolás y los tres restantes a Ramallo. En este último caso, el dato que llama la atención es que esos tres casos positivos no figuran en el parte oficial del municipio. La empresa, para defenderse, afirma que los estudios fueron realizados de manera privada en un laboratorio en Rosario.
Luego de mencionar algunos de los hechos ocurridos en las instalaciones de Bunge cabe preguntarse: ¿Por qué las malas noticias no trascienden? ¿Quién oculta esta tierra bajo la alfombra? Todos los caminos conducen a Guillermo García, el Director de Relaciones Institucionales del grupo cerealero. Sus tareas consisten en controlar, incidir y desactivar los impactos mediáticos y judiciales a través de pautas publicitarias y agasajos empresariales. El lobista construyó una burbuja de operaciones que brinda protección a sus vínculos con autoridades oficiales y a su defensa de los intereses corporativos mediante cámaras empresariales.
En su papel de Director de Relaciones Institucionales, García es representante en organismos nacionales e internacionales, encargado de presentar congresos y también es quien maneja la relación con la prensa. Asimismo, su posición le abre tanto puertas oficialistas como opositoras. García es el nexo que le garantiza a Bunge un vínculo con la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) encabezada por Diego Cifarelli, y con la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA), dirigida por Gustavo Idígoras. Los representantes de ambas cámaras forman parte también del mencionado armado de bloqueo mediático del que goza el grupo cerealero.
Por otro lado, resulta importante señalar las variadas denuncias de evasión fiscal que posee la compañía: la cerealera Bunge fue acusada de evadir más de 100 millones de dólares por exportaciones que nunca se realizaron. Esta acusación no es historia nueva, ya que entre 2006 y 2007, la AFIP acusó a la empresa de cometer exactamente el mismo ilícito. Por último, actualmente el fiscal Carlos Stornelli lleva adelante una denuncia contra Guillermo García que lo involucra por evasión. Denuncias, evasiones, ocultamientos, bloqueos mediáticos y operaciones parecen demostrar que el cargo de García no es sólo el de un Director de Relaciones Institucionales.