Ariel Larroude, Director del Observatorio de Política Criminal de la Ciudad de Buenos Aires y funcionario del Ministerio de Seguridad de la Nación, habló sobre la distribución de la criminalidad en CABA y aseguró que el sur de la ciudad de Buenos Aires “está postergado” ante la falta del cumplimiento de derechos básicos como salud, educación y empleo.
De cara a las próximas elecciones legislativas, ¿cómo ves las cuestiones referidas a la seguridad en la ciudad de Buenos Aires?
Si bien en términos estadísticos la ciudad tiene un índice delictivo tolerable, lo más preocupante es cómo se distribuye esa criminalidad en el territorio, principalmente la relacionada a los homicidios dolosos. Si bien los números del 2020 son aceptables nominalmente, ocho de cada diez asesinatos se produjeron en el sur de la ciudad. Algo que se repitió sistemáticamente durante toda la gestión de Horacio Rodríguez Larreta. Esto es preocupante porque si la tendencia no se modifica, algunas comunas de la ciudad pueden llegar a tener niveles de violencia letal similares a los de Rosario, ciudad que hace rato ostenta altos índices de criminalidad. Esto surge de las propias estadísticas del Mapa del Delito de la Policía de la Ciudad. Para ser claro, la tasa de homicidios cada cien mil habitantes de la Comuna 1, que agrupa los barrios de Retiro, San Telmo, Puerto Madero, San Nicolás, Constitución y Monserrat, durante 2020 fue de 13 homicidios, un número similar al de la ciudad santafesina durante 2019 y levemente menor a la del año pasado. Algo parecido ocurrió en la Comuna 4, que tuvo una tasa de 12 homicidios cada cien mil habitantes. Hay que prestarles atención a estas cifras y no dejarlas pasar desapercibidas. Trabajar arduamente para revertir esta distribución inequitativa de la violencia letal y bajar las tasas de homicidios debe ser el norte de la política criminal porteña.
Ante esta situación, ¿qué hace el Gobierno de la Ciudad?
Aquellos que trabajamos en política criminal coincidimos en que lo más importante es que no siga escalando la violencia en el sur de la ciudad para que no se repitan situaciones como las de Villa Lugano hace unas semanas cuando se enfrentaron a los tiros dos bandas narcos en plena calle. Estos hechos deben marcar la agenda de seguridad porteña y deben tomarse decisiones rápidas al respecto. Si hay una violencia narco instalada, la ciudadanía porteña es la que quiere saber qué ocurre para que esto no termine siendo otro foco problemático de violencia en el país. No obstante, lo cierto es que la ciudad tiene recursos de sobra para controlar la criminalidad. Son casi 26 mil efectivos de los cuales 22 mil patrullan las calles, y si a esto se le suma la ayuda que brinda en Estado Nacional con el despliegue de Gendarmes y Prefectos, más los patrulleros y las cámaras de seguridad, nos debe resultar llamativo que la violencia, estando tan centralizada, no pueda reducirse. Para que se entienda, proporcionalmente, hay casi el doble de policías en la Ciudad que el promedio de policías en la Provincia de Buenos Aires, siendo que en una jurisdicción viven tres millones de personas y en la otra diecisiete. Algo que en términos de responsabilidades ejecutivas debe quedar en evidencia.
“El sur de la ciudad de Buenos Aires está postergado en términos de cumplimiento de derechos básicos como salud, educación y empleo. Hay dos ciudades, una de avenida Rivadavia para arriba y otra de avenida Rivadavia para abajo. La mayor parte de los barrios populares están arraigados allí, y no hay planes serios de reducción de la pobreza por parte del Gobierno de la Ciudad. Es la ciudad más desigual de la Argentina”
¿Cómo ves el rol de la justicia frente a esta problemática?
Hay un problema estructural en el sistema de justicia en la Ciudad de Buenos Aires que debilita cualquier tipo de estrategia de intervención frente al delito y la violencia. Hay dos sistemas judiciales paralelos para una misma ciudad: una justicia penal, contravencional y de faltas dedicada a perseguir y juzgar contravenciones y delitos menores y, al mismo tiempo, una justicia nacional dedicada a la delincuencia más relevante, como los homicidios y los robos. La primera, la de la ciudad, se financia con dinero de todos los porteños y, la segunda, la nacional, con la de todos los argentinos, pese a que resuelve problemas que suceden en la Capital Federal. Este doble sistema de justicia atenta contra cualquier estrategia seria de investigación criminal, ya que ciertos conflictos criminales están ligados entre sí y terminan siendo investigados por dos poderes judiciales distintos. La investigación del narcomenudeo en la ciudad desde el 2019 está a cargo de las Fiscalías porteñas, mientras que los homicidios dolosos -derivados muchas veces de estos conflictos- son investigados por la justicia nacional. Esto lleva a que frente a una problemática de base como la del narcotráfico, intervengan dos jurisdicciones distintas, lo que atenta contra las estrategias de investigación y juzgamiento de las estructuras más importantes de las cadenas criminales.
¿Podemos decir entonces que, pese a lo que se intenta exhibir mediáticamente, el sur de la ciudad está postergado en términos de seguridad?
El sur de la ciudad está postergado, no solo en términos de seguridad, sino en términos de cumplimiento de derechos básicos. Hablo de salud, educación, empleo, entre otros derechos. Hay dos ciudades, una de avenida Rivadavia para arriba y otra de avenida Rivadavia para abajo. La mayor parte de los barrios populares están arraigados allí, y no hay planes serios de reducción de la pobreza por parte del Gobierno de la Ciudad. Lo que pasa es que en términos políticos hace años que a la Ciudad se la exhibe mediáticamente como una panacea o un territorio sagrado, más parecido a una ciudad como París que a un distrito latinoamericano, cuando hace rato que esto no es así. Es la ciudad más desigual de la Argentina. Y ojo que esta visión también caló hondo en aquellos sectores opositores al Gobierno de la Ciudad que mantienen una agenda progresista y se apoyan en esa visión futurista urbana desconociendo que, más allá de las pretensiones de una ciudad del primer mundo, la mayor parte de la población comenzó hace rato a sufrir los efectos de la pobreza y necesita soluciones concretas para el día a día.
Por último, ¿cómo ves al Frente de Todos en la Ciudad de cara a estos problemas y a las futuras elecciones?
En términos de seguridad y justicia, lo primero que hay que lograr es que el Frente de Todos haga público todos estos problemas que vengo comentando para que los votantes tomen dimensión de lo que realmente ocurre en la ciudad. Respecto a las demás políticas públicas, el peronismo debe dejar de relegarse a tratar de buscar el “mejor segundo puesto posible” para realmente discutir cómo ganar las elecciones y construir una agenda de gobierno. En lo particular, creo que hay que cambiar el eje discursivo y hacer énfasis en que hace rato esta ciudad dejó de ser lo que se proyecta sobre ella. Cuando en el 2015 el país tenía en dólares el mejor sueldo básico de América Latina, podías darte el lujo de plantear y discutir una ciudad para los próximos 20 años. Hoy por hoy, pasado el macrismo y en un contexto de pandemia, estás obligado a rever tu plataforma electoral para comenzar a empatizar con los problemas reales de la gente que en definitiva terminan siendo los mismos problemas que se plantean en otros distritos del país. Hablo de la economía, la desigualdad, el empleo y la seguridad, entre otras cuestiones.